Es común escuchar a un niño exagerando un acontecimiento o añadiendo datos fantásticos a las versiones y descripciones que cuenta, pero hasta qué punto podría ser razonable no seguirles el cuento y enseñarles que mentir no es bueno? Los invito a descubrir juntos los límites en la enseñanza de la honestidad.
En niños de 0 a 6 años es normal oírles contar historias con una alta cuota de fantasía, pero cuando las escuchemos cada vez con más frecuencia, ya utilizadas casi en todos sus discursos y quien las dice es alguien de 7 años o más, es cuando debemos poner atención.
Revisemos qué podemos hacer como padres cuando nuestros hijos mienten:
- No es bueno mentir porque es síntoma que el menor posee escasa confianza en sí mismo, y eso debe corregirse cuanto antes.
Para poder desenvolverse en este mundo necesitamos seguridad en lo que hacemos y confianza en los lazos que establecemos principalmente con nuestra familia, teniendo esa base, es sabido que se puede aprender con mayor facilidad y se vive sin estar sometido a la presión del entorno ni a las expectativas de los padres ni profesores, logrando ser más auténticos y tener mayor confianza en uno mismo. Lo que podemos hacer como padres entonces es hacer sentir a nuestros hijos amados todo el tiempo incluso cuando los retamos o cuando se equivocan, hacerlos sentir contenidos frente a sus miedos personales, decepciones sociales y equivocaciones escolares, hacerlos sentir parte importante de una familia que los respeta y valora, eso les ayudará a confiar en las propias potencialidades, y no tendrá necesidad de mentir o de querer ser otra persona, porque así como es se siente bien. Es recomendable también conocer bien las relaciones de nuestros hijos con sus hermanos, nanas y amigos en la infancia, a veces es ahí donde comienza la crítica.
- No es bueno mentir porque el niño queda expuesto a que alguien lo delate.
Mentir produce un placer pasajero pues la humillación de ser acusado de una mentira dentro de su grupo, lentamente deteriorará su autoimagen.
Para eso recomiendo el aprendizaje por imitación que es muy efectivo; a los niños no hay que mentirles nunca! Si ellos ven que como padres evitamos decir cosas que después no podremos cumplir y que siempre vamos con la verdad asumiendo las consecuencias, ellos al ver ese hábito aprenderán rápidamente cómo es que hay que desenvolverse en sociedad. Evitemos decir “una cucharada más y terminamos…”; “yo te prometo que nunca más voy a irme…”; “si no te portas bien no te llevaré al cumpleaños…” Es más recomendable explicarles y negociar previamente con los niños respecto de lo que deben hacer y lo que se espera de ellos siendo realistas, así no tendremos que reacomodar los acuerdos y caer en una mentira piadosa para lograr que hagan lo que les pedimos. Es fundamental enseñar con nuestro ejemplo y por cierto, felicitarlos cuando observemos honestidad en los actos de nuestros hijos.
- No es bueno mentir pues obliga al menor a recordar detalles de lo que dice, y eso terminará por estresarlos y hacerlos sentir mal.
Al igual que en el punto anterior el aprendizaje por imitación es lo recomendable, no mentirles nunca.
Cuando los niños mienten que hicieron una cosa, que ganaron otra, o que tienen tal, les deja inconclusa la vida, y digo inconclusa pues les será imposible demostrar con evidencias esas versiones, como tampoco serán capaces de perpetuar esa imagen que quisieron construir en los demás ni mucho menos recordar todo lo que inventan. Cuando eso suceda, apoyémoslos y no los ridiculicemos en público, no aplaudirles ni justificarles nunca una mentira, explicarles que mentir no ayuda por mucho rato y felicitarlos cuando comiencen a controlar sus engaños y sean más honrados.
- Debemos favorecer un ambiente de confianza.
Como padres al presenciar o saber de esas mentiras nuevamente lo mejor que podemos hacer es disminuir las altas exigencias y reforzar la confianza de nuestro amor hacia ellos, que no los queremos por sus notas ni por lo que tienen sino por la forma que tienen para asumir nuevos aprendizajes y desafíos y porque simplemente son personas que merecen amor y respeto, y que no los retaremos por cada falta (las mentiras muchas veces son para evitar consecuencias desagradables), bajémosles la presión de ser los mejores, lo importante es que traten de avanzar dentro de sus propios logros, y premiar esa actitud de intentar avanzar y de intentar ser cada vez más sinceros. No olvidemos que la mentira es un falso mecanismo de defensa, un autoengaño para evitar una consecuencia negativa. Como adultos elijamos sabiamente qué aspectos realmente no transaremos y serán “castigados” en caso de no cumplirlos, pero filtremos qué batallas dar!!!!
En resumen, como padres estemos alerta de los discursos que tienen nuestros hijos, Evitemos engañarlos aunque sea por su propio beneficio, ir siempre con la verdad dentro del grupo familiar, pues los niños aprenden rápidamente lo malo y lo bueno que ven en casa. Mentir y fantasear cuando chicos es natural, ya más creciditos es señal de inseguridad y poca confianza en sí mismos. Pero podemos evitarlo si lo detectamos a tiempo. La autoestima es imprescindible para nuestro desarrollo.
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