lunes, 31 de agosto de 2015

Desarrollando la conciencia emocional en los niños

Las emociones las definiria como un flujo de energía que impulsa a una acción y, la cualidad energética (de cada emoción) es la que define el tipo de acción o conducta que se realiza.

Al mismo tiempo, la cualidad energética o vibración depende de la relación que se da entre el yo, el otro y el entorno, porque uno reacciona frente a la convivencia con el otro y esa reacción esta influenciada por los modelos que observo del entorno...

Los niños, en su primera infancia son básicamente emoción, reaccionan según lo que sienten, y nada pasa por la razón en esa primera etapa; por ende todas las vibraciones que les llegan hacen que su reacción sea más auténtica, mas pura.

Después, en la medida que van creciendo, sus emociones y reacciones van influenciándose más por el medio, ya que comienzan a pasar por el lenguaje, lo que hace que al ponerle nombre a lo que sentimos (siento "rabia", actúo con "rabia", pero tal vez no es rabia, sin embargo mi cerebro ya lo etiquetó así) entonces se direcciona más nuestra conducta y así nuestras acciones dejen de ser tan genuinas.

Luego se llega a un punto en que la razón actúa por sobre la emoción, al contrario de lo que ocurre en los niños pequeños, nuestra acción de igual manera vuelve a ser impulsiva, y creemos que es original, pero debido a que conceptualizamos lo que sentimos, sumado a lo que tenemos incorporado por imitación, nuestro actuar se realiza en consecuencia a ello.

Cómo actúan los niños en definitiva, en un primer momento, es más animal, mas instintivo y con menos prejuicios, y somos los adultos los que en gran medida les vamos enseñando inconscientemente a actuar según cómo reaccionamos o según cómo los tratamos.

Les construimos un patrón de conducta al reaccionar frente o con ellos de determinada forma, que hace para ellos que la cultura y el entorno dé por aprobado ese modelo frente a ciertos eventos. Se generan patrones en los niños a nivel cerebral cuando etiquetan o conceptualizan lo que ven, por ejemplo si los castigamos por no obedecer, visualizan la palabra frustración o enojo (porque han estado expuestos a ese ejemplo) o aprenden a agradecer con una abrazo o a sonreír frente a un regalo o a abrazar a nuestra pareja cuando tenemos pena o alegría infinita, o cuando lanzamos palabrotas a alguien que dejó mal estacionado el auto, porque mi cerebro visualizó la palabra injusticia, desacato o irreverencia... Existen infinitos ejemplos de reacciones frente a emociones en que los niños al vernos las incorporan en sus mentes, y las conceptualizan, reacciones que con el tiempo serán cada vez más difíciles de eliminar. Por eso insisto en que somos nosotros los padres quienes les enseñamos a actuar frente a una emoción según cómo los tratamos, y si al sentir enojo, los tratamos mal y les tenemos poca paciencia, pues bien...no será nada raro formar una pauta conductual parecida en ellos.

Recomiendo que si tenemos una diferencia con un menor, no podemos discutir ni conversar como dos niños. Somos los adultos los que debemos darle coordenadas del mejor actuar posible para que su emoción no sea un molde de las reacciones que ve (la de un adulto frustrado o con problemas por ejemplo). Para ello sugiero definirle el escenario de conversación: "Hijito, yo no voy a conversar contigo si no te calmas o si no dejas de llorar o si no dejas de hablarme a gritos". Una vez dado ese primer paso, es señalarle que peleados o con rabia no se obtendrán las mejores conclusiones, por lo que el darse un tiempo es mejor. De ese modo, solo por citar un ejemplo, las reacciones que el menor tenga serán mas originales, y es esa libertad la que deseamos fomentar en los adultos de mañana.

martes, 4 de agosto de 2015

Cómo hablas, dice cómo piensas?

Cómo hablas, dice cómo piensas?

  
Hace unos días le pregunté a mi hijo, "Wow, por qué hablas tan bien?!"... "Por mi cerebro", me contestó. "Porque el cerebro es el que tiene a un lado las palabras".

Desde los dos años de edad los niños ya poseen un repertorio de palabras que no sólo les permite entender a su entorno, sino que ya pueden expresar lo que ellos piensan. Se le llama vocabulario pasivo, al conjunto de palabras que está en sus mentes, y que recuperan cuando les son necesarias para entender a los demás. Muy distinto es el vocabulario activo, que es lo que constantemente niños y adultos utilizamos para hablar.

Debido a lo anterior es que debemos ofrecerles una enorme cantidad de instancias de conversación para que los niños vayan incrementando su repertorio de palabras y vayan utilizando todas aquellas que conocen, sin miedo a equivocarse, pues si reciben constantes correcciones, detendrán sus intentos; invito a todos los adultos que conversan con menores de uno a cinco años, a que traten de comprender el diálogo y que los vayan corrigiendo no en cada oportunidad, sino que priorizando.

En la medida que ya ha aumentado su vocabulario pasivo, el menor se siente preparado para conversar y ahora será el momento de comenzar a elaborar cada vez mejores frases. Y es ahí, donde quiero llegar.

La elaboración de "buenas frases" no se debe sólo a lo que absorbe del medio, ni tampoco las "frases correctas" dependen de la cantidad de palabras que un niño posea. La buena estructuración de una frase también viene de una estimulación temprana, de haberlo expuesto a escuchas de cuentos y canciones desde muy pequeño y al mismo tiempo, debido a una agilidad mental, agilidad del tipo.. que un niño logra categorizar palabras, logra la abstracción mental, logra conceptualizar, memorizar, logra percepción de orden, y esencialmente logra una correcta codificación de lo verbal que le facilita la automatización de lo que piensa y de lo que dice. Un niño que se expresa bien, es porque ha logrado ir desarrollando automatización en el acceso al léxico.

Lo recién descrito es una habilidad que tarde o temprano se va alcanzando, con ejercitación y exposición a expresarse. Por eso, no sólo basta con poseer un repertorio de palabras, sino que saber usarlas, vale decir: recuperarlas, ordenarlas y denominar o expresar correctamente lo que se quiere decir.
Cómo lo digo, dice cómo pienso.

El rol del padre

El rol del padre.

Hace unos días celebramos el día del padre en gran parte del globo terráqueo.
Día para abrazarlos, reconocer todo su trabajo y besuquearlos al modo de cada uno, para que no quepa dudas de cuánto bien nos hacen.

Cada papá, y si lamentablemente no lo hubiera, podría ser en alguna medida reemplazado por un abuelo o tío muy cercano a la familia, cumple una misión esencial en la formación de cada hijo, o también le llamaremos que cumple un ROL. Papá y mamá, cada uno casi de manera inconsciente, toma responsabilidades que lo llevarán a constituir estos roles, los que serán entre si muy diferentes y complementarios, e inclusive intercambiables en algunas ocasiones.

Son estos hombres los actores literalmente fundamentales de cada familia pues colaboran en la construcción que cada niño hace respecto de la autoridad hacia los adultos, son los padres en la mayoría de los casos los que proveen de materiales nuestro hogar, son ellos quienes nos entregan las herramientas para poder desenvolvernos con confianza en el medio externo, quienes con su ejemplo nos van despertando el interés por la música, las relaciones sociales, cívicas y laborales por dar algunos ejemplos, son los padres los que nos demuestran modales y la cultura que está fuera de casa, con todas esas herramientas, sumadas a las que nos da la madre, un menor contará con una base sólida para entender como se desenvuelve el ser humano en el medio que lo rodea.

Hábitos positivos y saludables, modos para resolver las cosas, relaciones sociales, actividades fuera de casa, valores humanos, compromisos laborales y ciudadanos, gustos e intereses, son en resumidas cuentas lo que entrega el rol de padre. Mientras que la madre aporta con lo mas interno, con el mundo de los afectos, es quien nos guía, son la mayoría de las veces nuestro sostén emocional y empático, el padre es quien con toda su entrega nos conectará y conducirá a vivir la experiencia de este mundo interno que entrega la madre, con nuestras futuras familias.

El rol paterno no se restringe solo a ese ámbito social y externo, pues la paciencia y compartir responsabilidades domésticas es tarea de ambos. El padre puede navegar por todas las áreas, entregar afecto sin límites, practicar el contacto físico, abrazar, bañar, curar, hacer las tareas y todas esas acciones repletas de amor que las madres en cada segundo practican. Contar cuentos, es una excelente actividad para realizar juntos, pues el hijo se abraza con el padre, mientras éste le lee fantasías que el menor poco a poco irá pidiendo conectarlos con la realidad, y en ese momento se estará haciendo la conexión entre el hogar, vida interior y el mundo real que lo espera afuera.

Por todo lo anterior es muy importante la coherencia que haya entre lo que el padre practique y lo que diga, el ejemplo es la única manera en que los niños incorporan mejor un aprendizaje...una imagen vale mas que mil palabras, dice un sabio refrán.

Las consecuencias de esa congruencia, de la accesibilidad física, de la seguridad material y del tiempo compartido en actividades que le despierten novedad al menor está probado que son muchísimas, pero principalmente se estará formando un hijo equilibrado emocionalmente, poseedor de mayor empatía y un adecuado desarrollo intelectual, en palabras comunes un desarrollo integral sano.